Transcurridos algunos minutos, se dio la orden de retirada y abordamos el vehículo que nos trasladó a toda velocidad y en contra del tránsito abriéndonos camino entre los otros vehículos, con las armas en la mano y haciendo señas a los choferes para que se apartasen. Esto duró escasos minutos hasta que el chofer, herido por una bala, enfiló hacia el sur; hasta el lugar donde debíamos descender e iniciar la retirada por nuestros medios, previa entrega del armamento utilizado en la acción. En el lugar, con otro compañero, me di real cuenta de la situación. Estábamos cubiertos de sangre y usábamos ropa clara, por lo tanto, no pasábamos inadvertidos para los transeúntes. Ante tal situación, ordené al combatiente con el cual debía realizar la retirada que me siguiese; modifiqué completamente la retirada ya que sería imposible eludir la represión en esas condiciones.