La economía europea se halla bajo presión. El crecimiento se está desacelerando y los desafíos en materia de competitividad están aumentando, mientras las empresas de la UE hacen frente a las exigencias de la transición verde. El apoyo coordinado de los Gobiernos nacionales y las instituciones de la UE resultó fundamental tras la pandemia de COVID-19, pues ayudó a Europa a reforzar su resiliencia ante futuras perturbaciones y estimuló la inversión necesaria para transformar y modernizar la economía. Como resultado, se lograron avances en ámbitos como la digitalización, la eficiencia energética, la descarbonización y el refuerzo de las cadenas de suministro.
Sin embargo, el ritmo de esa transformación debe acelerarse, a pesar de que la inversión es cada vez más difícil de mantener. Para seguir siendo competitivos, la Unión Europea y sus Estados miembros deben mejorar la productividad, fomentar la innovación, subsanar la escasez de personal cualificado, desarrollar nuevas tecnologías y apoyar a las empresas jóvenes y dinámicas. El informe, que se basa en la Encuesta anual del Grupo BEI sobre inversión, proporciona información acerca de cómo las empresas de la UE están haciendo frente a estas presiones y si están adoptando las medidas necesarias para transformar sus negocios.