Dentro de la inquietud provocada por el mutismo se alzan momentos a la deriva captados por autores como Lautaro Vincon, que bucea en zonas abisales, se interna en el eco de lo indecible en pos de una frecuencia a punto de disiparse y, nutriéndose de todo lo que vaga fuera del plano fotográfico, revela las diapositivas del espacio entre las cosas. En los diez cuentos que componen Todo es mejor sin nosotros, sus criaturas están perdidas pero ignoran que correrse del camino trazado es otra manera de encontrar y de encontrarse; son padres y madres, hijos e hijas, parejas o seres solitarios refugiados en el extrañamiento, propensos a desgarrar el velo de la realidad igual que fantasmas narrando sus propias historias en un ciclo interminable: buscan trabajos, reciben peligrosas visitas durante la siesta, se inmiscuyen en fiestas al costado de la ruta, planean venganzas y enfrentan el Fin para hallar la alternativa a un mundo desprovisto de nuevas oportunidades.