Una nueva traduccio?n y un esclarecedor ape?ndice justifican la reedicio?n de este cla?sico de Antoine de Saint-Exupe?ry, el libro que mejor expresa los valores humanistas del autor de El Principito.
Escrito en clave autobiogra?fica, Tierra de los hombres narra los momentos culminantes del trabajo de Saint-Exupe?ry en la sociedad Latécoère, compan?i?a francesa pionera en abrir rutas de correo áereo a lo largo de todo el planeta durante la de?cada de los an?os treinta del siglo xx, a través de cordilleras, desiertos y océanos.
La amplitud de su mirada no es so?lo producto de ver el mundo desde el aire por primera vez, lo que nos recuerda la fascinación de los primeros exploradores, sino de su capacidad de introspeccio?n. Volar es para Saint-Exupe?ry lo que navegar para Joseph Conrad: una realidad sobrecogedora y una excusa para entender el alma humana. El sentido de la vida esta? cifrado en la comunicación, en la amistad, en el deber cumplido, en la capacidad para resistir el dolor, en el empen?o de encontrar un propo?sito creativo a la existencia, en la combinacio?n de pasio?n y pensamiento. Para ello son necesarios los «jardineros» que «cultiven» a los jóvenes.
Publicado en 1939, en los albores de la guerra que supuso el suicidio de Europa y que al autor le costari?a la vida (desapareció, probablemente derribado por un avión alemán, en una misión de reconocimiento el 31 de julio de 1944), Tierra de los hombres nos reconcilia con el milagro de la existencia.
Una nueva traducciön y un esclarecedor ape¿ndice justifican la reediciön de este cläsico de Antoine de Saint-Exupe¿ry, el libro que mejor expresa los valores humanistas del autor de El Principito.
Escrito en clave autobiogräfica, Tierra de los hombres narra los momentos culminantes del trabajo de Saint-Exupe¿ry en la sociedad Latécoère, compan~i¿a francesa pionera en abrir rutas de correo áereo a lo largo de todo el planeta durante la de¿cada de los an~os treinta del siglo xx, a través de cordilleras, desiertos y océanos.
La amplitud de su mirada no es sölo producto de ver el mundo desde el aire por primera vez, lo que nos recuerda la fascinación de los primeros exploradores, sino de su capacidad de introspecciön. Volar es para Saint-Exupe¿ry lo que navegar para Joseph Conrad: una realidad sobrecogedora y una excusa para entender el alma humana. El sentido de la vida estä cifrado en la comunicación, en la amistad, en el deber cumplido, en la capacidad para resistir el dolor, en el empen~o de encontrar un propösito creativo a la existencia, en la combinaciön de pasiön y pensamiento. Para ello son necesarios los «jardineros» que «cultiven» a los jóvenes.
Publicado en 1939, en los albores de la guerra que supuso el suicidio de Europa y que al autor le costari¿a la vida (desapareció, probablemente derribado por un avión alemán, en una misión de reconocimiento el 31 de julio de 1944), Tierra de los hombres nos reconcilia con el milagro de la existencia.