En el instante en que abres este libro, un niño te toma de la mano guiándote hacia el gran vestíbulo de un teatro.
Desde allí puedes oír ecos de instrumentos musicales, voces modulando, los murmullos del público.
De pronto todo se interrumpe y sobreviene un silencio expectante. Se levanta el telón y desde tu butaca ves el perfil de una ciudad situada junto a un ancho río.
Un reflector dirige la luz a alguien que habla y ríe sentado en el taburete de un piano, tocando unas notas.
En ese instante comienza la historia?
Quien te llevó hasta allí es el hijo de ese señor que juega con el teclado. En torno a esa figura paterna van apareciendo actrices y actores cuya tarea es entretener al público, dando vida a una historia contada en 21 cuadros.
Cada cuadro lleva el nombre de una calle que indica el sitio donde las cosas ocurren. Allí actúan otros personajes que forman parte del elenco: tíos, abuelos, actrices, actores, compositores, celebridades, políticos.
El relato va revelando las razones por las que ese grupo de artistas creadores de espectáculos, se ven obligados a suspender sus proyectos y emigrar hacia nuevos escenarios, nuevas calles, otros ríos.
Lo que leerás es verídico y a la vez una parábola formada con escenas reales de la historia del espectáculo en Argentina y México, que mucho vale la pena evocar y recordar.
Al menos eso es lo que piensa ese niño, que ya de grande se dedica a contarla en este libro que tienes frente a ti.