¿Qué significa ser de izquierdas cuando lo son el filósofo Habermas y el Mao de la Revolución Cultural, Stalin y Olof Palme, la generosa Pasionara y el interesado Felipe González, la desafiante Frida Kahlo y el guerrillero Che Guevara, la bolchevique Kollontai y la honrada Dilma Roussef, el sobrio López Obrador y el Subcomandante Marcos, la pasional Rosa Luxemburg y el oportunista Willy Brandt, el fundador de Podemos, Pablo Iglesias, y el genocida de la guerra de Irak, Toni Blair. ¿Qué significa ser de izquierda cuando los partidos socialdemócratas aplican el neoliberalismo, habitan en el FMI, hacen guerras, rescatan bancos y multinacionales, castigan el medio ambiente o niegan los derechos humanos? La izquierda del siglo XX se enfrentó a enemigos reales en fábricas, campos, calles y parlamentos. Asaltó los cielos y trajo lo mejor de nuestras sociedades. Hoy, en sociedades saturadas audiovisualmente, los algoritmos, encerrados en su misterio, tienen las llaves del calabozo. La izquierda es la difícil lucha contra un fantasma convertido en sentido común. A los fantasmas hay que ponerles una sábana para verlos. Le corresponde al aire de familia de la izquierda aprender a combatirlos.