En parte una satira filosofica y politica, y en parte horror desgarrador, El Anarquista, prueba de nuevo que C. Sean McGee no puede ser encasillado ni en la izquierda o la derecha de la ideologia tradicional academica, esta historia corta apunta con un dedo ironico, conmovedor y elocuente a cualquier tipo de idealismo y a todas sus posibles implicaciones literales.