Esta invitación a pensar lo público como categoría central de la vida social, permite comprender lo que es de todos. Refiere, además, a una construcción colectiva, enmarcada en las visiones, costumbres y necesidades respecto de la forma sobre la cual se estructura una manera colectiva de comportamiento y bienestar. Lo público se constituye, entonces, en una garantía de la participación activa de la ciudadanía porque respeta y comprende la diferencia, lo diverso y lo distinto. También permite problematizar la universidad en torno a saberes otros, los que se recogen a través de la experiencia, el diálogo y la conversación, saberes que no necesariamente están instalados en las matrices de conocimiento experto, pero hacen parte de nuestro acervo cultural y que se sitúan en lo común.