Hace mucho que sabemos que vivimos en un mundo muy complejo en donde cada cosa que se hace surge influenciada por todas las demás y, al mismo tiempo, las afecta. Pero un asunto es saberlo, y otro, muy distinto, es sufrirlo con semejante ubicuidad. De repente, un día, un acontecimiento singular en un punto cualquiera del planeta condujo a que millones de personas se vieran confinadas y comenzaran a sentir con mayor fuerza que se encontraban inmersas en una crisis global. No sólo se dificultaron de una manera "nueva" los actos de la vida espontánea. También se recortaron lazos, se distanciaron afectos y, en medio del desasosiego, surgieron preguntas que procuran identificar culpables.Lo cierto es que hoy la civilización humana se encuentra con la más desconcertante de las impotencias frente a la magnitud de los desastres que su capacidad produce. La crisis proviene, pues, de que estamos atravesando un crecimiento desigual que nos precipita en un desequilibrio inestable cuyo paradigma son las redes autogestantes y, por lo tanto, imprevisibles, que se multiplican por doquier, plagadas de fake news, oscilando entre las inalcanzables utopías y las perturbadoras distopías.En este libro, el autor evita el juego interminable que procura identificar culpables, o que se demora contemplando lo que habría que hacer y no se hace, y se dirige hacia lo que más de una centuria de investigación, acerca de nuestras motivaciones inconscientes, descubre. Porque en la actualidad, gracias a la inusitada capacidad tecnológica alcanzada, no sólo logramos mucho de lo que conscientemente queremos. También estamos logrando una parte excesiva de aquello, reprimido o ignorado, que contiene lo peor de nuestra condición humana.