Desde el comienzo del siglo XX la educación fue declarada en muchos países como un derecho humano ineludible para toda la población. Por este aspecto la escuela entra a ser considerada el mejor escenario, donde los sujetos continuarán extendiendo el proceso de enculturación iniciado por su núcleo familiar.
Ahora bien, la escuela del siglo XX se interesó por emular los principales elementos de la sociedad industrial. Así, su plan de estudio estuvo configurado por disciplinas que representaban las diferentes expectativas que caracterizaron a esta sociedad. A pesar del éxito relativo que se alcanzó por aquella época, el siglo XXI trajo consigo un nuevo conjunto de desafíos y presiones propio de la sociedad del conocimiento. En esta la producción y diseminación del conocimiento como un capital individual y social son mediadas por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), aspecto que ha generado el surgimiento de las nuevas alfabetizaciones a ser tenidas en cuenta por la escuela en los diferentes currículos disciplinares.
Por todo esto, se considera que la escuela tiene como tarea central asistir a los estudiantes no solo en el desarrollo de los conocimientos y habilidades disciplinares, sino también en la adopción de estos elementos epistémicos como el medio a través del cual desarrollan un pensamiento de nivel superior junto con las nuevas alfabetizaciones que demanda la sociedad del conocimiento. Esta situación está imponiendo a los profesores en formación y en ejercicio la necesidad de identificar y desarrollar el conocimiento tecnológico y pedagógico del contenido (CTPC) a lo largo de los programas de formación y desarrollo profesional. Estos deben brindarles la oportunidad de aprender a entretejer las bases del conocimiento del contenido, la pedagogía y la tecnología con el fin de fundamentar el diseño, la implementación y evaluación de ambientes de aprendizaje potenciados por las TIC.