Leer "La noche del zepelín" es entrar en un mundo de dulce y morbosa decadencia y sentir que la puerta se cierra a nuestras espaldas apenas traspasado el umbral. Nos hallamos en un año cuya cifra exacta no se nombra, a comienzos del siglo XX, cuando los dirigibles surcaban el cielo ante el asombro de todos y la mecánica anunciaba la llegada inminente de nuevos prodigios. El escenario es una gran mansión, residencia de una antigua figura de la danza clásica, un palacete habitado por mujeres donde se conserva latente el recuerdo de los
viejos y mejores tiempos, tiempos de lujo, de exquisitez, de pasos ejecutados con una gran clase...
Tras este exterior de belleza evanescente y técnica triunfante, el lector encontrará cómo va tomando forma una tragedia sórdida, escabrosa, macabra y sádica en ocasiones, una lucha por el ejercicio del poder que hunde sus raíces en los más primitivos instintos humanos.
Leer "La noche del zepelín" es encontrarse de pronto inmerso en un clima feroz, sobresaltado por el repentino restallar de un látigo, el golpear de una puerta, el crujir de una cama, el sonido difuso de un llanto que proviene de un incierto lugar de la casa...
Segunda novela del autor, tras la excelente "Signos de descomposición", "La noche del zepelín" supuso el afianzamiento definitivo de Norberto Luis Romero como un escritor importante, un escritor capaz de arrastrar a sus lectores a un universo propio, sorprendente y
distinto.